Miércoles Catorce


Es lo que siempre dice el calendario cuando lo miras después de un Martes Trece. Aunque al contrario que su conocido predecesor, sufre el síndrome de la indiferencia.

Todo el mundo se preocupa increíblemente por la maldición del Martes, intentando no casarse, encender el ordenador, o hacer inversiones importantes, pero nadie se fija en lo importante que es el día después. Si has tenido un día malo, el siguiente, por muy normal que sea, te ayuda a dejar la superstición atrás, atascada en un día pasado, haciéndote sentir mejor por el hecho de que tus males son cosa de una maldición universal. En cambio, si la mala suerte no te ha afectado, o incluso si has tenido buena, el día siguiente te confirma que estas creencias no son más que cuentos de chinos a los que no tienes que prestar atención. El Miércoles Catorce es uno de esos días normales que realmente son muy importantes, pero al que nadie le hace caso de lo simple que es.

Estamos acostumbrándonos a que las cosas sencillas y rutinarias, las que siempre están ahí, nos parezcan aburridas o simples, y siempre queremos más, mostrando indiferencia ante ellas, a pesar de que en muchas ocasiones son muy importantes, fuentes de felicidad o problemas. Con algunas personas nos pasa lo mismo. Estamos empeñados en la búsqueda de lo extraordinario, algo bueno que nos confirme que necesitamos un cambio, o algo malo que nos demuestre que es el culpable de nuestra infelicidad, probablemente originada en algún punto simple que hemos olvidado. Tal vez deberíamos olvidarnos de esas cosas, y prestarle la atención merecida a lo ordinario. A veces es necesario distanciarse un poco para para darse cuenta, pero otras es cuestión solo de olvidar la indiferencia y no obviar lo obvio.

No dejes que un Martes Trece te arruine un Miércoles Catorce.

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